24 de noviembre de 2011

Libres en una prisión de oro

Un rincón para...

En el día de hoy, España, como otros muchos países en el mundo, atraviesa una etapa dura y difícil. La ambigua y confundible sensación de libertad general nos tapa los ojos como si de una venda se tratase. Sólo unas pocas décadas atrás, el mundo temblaba ante las férreas dictaduras fascistas de Europa. Era entonces cuando grupos políticos clandestinos y ciudadanos actuaban contra el régimen establecido: los panfletos, las críticas y artículos periodísticos desde el exilio, las efímeras manifestaciones, las protestas estudiantiles, etc. La sociedad se alzaba lo humanamente posible contra su opresor, contra aquella mano que le degollaba poco a poco el cuello de su libertad para así conseguir derrotar al fascismo y la represión,... o eso creíamos.

 Vivimos envueltos en una cómoda ignorancia presos de una dictadura, si cabe, aún más peligrosa y controladora que las que dejamos atrás en el siglo XX. No son los políticos, ni los militares quienes la manejan... como venimos observando desde hace años, son los mercados, los grandes magnates y oligarcas los que nos arrollan en nuestro día a día. Son un ejemplo las palabras que le dedicaron una vez, durante la última legislatura, a José Luis Rodríguez  Zapatero al negarse a tomar las medidas, que desde la Unión Europea, le estaban imponiendo: "Los mercados somos quienes gobiernamos". Duras palabras que reflejan la verdad de nuestros días, ellos tienen el poder, han derrocado a las democracias y especulan con nuestras esperanzas sacándole beneficios a nuestra propia sangre y sufrimiento. 

Quien ha vivido bajo el mazo de cualquier dictador sabrá muy bien lo que aquí expongo. Cuando la sociedad se rige por unas estrictas normas de comportamiento, cuales sean, que han sido impuestas por un régimen dictatorial, los oponentes y contrarios a estas ideas saben perfectamente cómo actuar para darle algún golpe a ese gobierno: saben cómo, cuándo y de qué manera responderá el coloso. Los maquis sabían dónde esconderse y cuáles eran las repercusiones de sus actos, si alguno era detenido lo más seguro es que fuese a la cárcel e incluso al paredón. Pero hoy día, que todo el mundo puede ir a sus anchas, que podemos "elegir" nuestro futuro, hoy día es imposible conocer las huellas del enemigo. La mejor arma de esos titiriteros, que mueven los corrompidos hilos del poder, es la indiferencia: ya no perseguirán al hereje, ni  les  encarcelarán para que se pudran sus voces, no apagarán el aliento de los que no siguen la norma, ahora simplemente nos ignoran. Y esto es mucho más peligroso.

Hacen de nuestras vidas cada vez más insignificantes, nos convierten en las hormigas de una reina que no conocemos, nos obligan a creer que entendemos lo que hay más allá del hormiguero,... y no hay nada más peligroso que la idea de creer conocer lo que ocurre.

1 comentario:

  1. La gente no entiende que esto pueda ocurrir, les han comido la cabeza o se piensan que son conspiraciones paranoicas, pero en verdad da mucho miedo lo q está pasando en el mundo.
    Salud y república!

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