1 de abril de 2013

Un Futuro esbozado mientras soñábamos

La escritura automática es una técnica narrativa utilizada por muchos escritores a lo largo de su carrera artística. Un buen ejemplo lo encontramos en la magnífica generación del 27’. Y esto es un ensayo de escritura de este tipo pero en formato digital –reconozco haber retocado el texto, para darle forma y que sea legible pero manteniendo siempre toda su originalidad-:
“Es curioso el camino al que nos ha conducido la tecnología, hoy escribo a través de un aparato electrónico con el que, tecleando o simplemente con nuestra voz, podemos comunicarnos con cualquier ser humano de cualquier punto de nuestro planeta. Los guionistas de series y escritores de ciencia ficción –por qué no decirlo, los creadores del mundo Star Trek, entre ellos- parecen haber filtrado sus sueños a la realidad. Los replicadores en 3D, los ebook, las tablets, etc, ya están entre nosotros… sin contar los avances médicos extraordinarios, como ECMO, con el que una persona fallecida por paro cardíaco puede ser reanimada incluso dos horas después de una muerte clínica. Avances maravillosos. Y no son pocos los que están luchando por el progreso y que no están dispuestos a que se detenga la gran rueda de la evolución tecnológica. Veremos Marte con nuestros propios ojos, lo prometo, y viviremos allí. La Tierra se nos ha quedando pequeña.
He empezado hablando de la escritura, pues bien, es que de eso trata esta reflexión. Porque vivimos sin apreciarlo un acontecimiento histórico inalcanzable para nuestro entendimiento –debido a una ceguera inducida-, un acontecimiento que sólo se ha manifestado tres veces (si no están de acuerdo clasifíquenlo como quieran, yo cuento tres) a lo largo del devenir de este ser  ambivalente, fascinante (y aterrador) como es el ser humano: me refiero a nuestra evolución como especie. Primero, fuimos capaces de hablar, de contar historias; luego, supimos plasmar nuestros sueños –que antes sólo moraban en nuestra mente y bailaban en el aire- en la piedra, con esto seguimos adelante y dimos con el papiro y la imprenta. Imaginen un mundo sin palabras… no pueden, porque todo lo que tiene existencia tiene un nombre, y no darle nombre a algo significa que ni siquiera existe.
La capacidad humana del lenguaje está estrechamente relacionada con pasos evolutivos importantes de carácter ideológico y de pensamiento que pueden durar siglos en completarse: la adquisición de nuestra inteligencia, la Revolución del Neolítico, la aparición del mundo Moderno. El nuevo formato de escritura y expresión digital se convertirá en el motor y consecuencia de un nuevo paso evolutivo, cuyos albores sólo somos capaces de vislumbrar. Un nuevo estado superior del Ser Humano que muchos niegan y pretenden frenar en la esclavitud de la ignorancia.
A estos verdugos de nuestra especie sólo les diré una cosa: el futuro que un día soñamos ya está aquí, puede esperar pero no dará marcha atrás (jódanse, con todos mis respetos)”.