13 de diciembre de 2011

Una peseta, un rey tuerto y el león

Un rincón para...

El mundo entero tiembla zarandeado por las miles de monedas que caen al suelo a la vez, el sonido estridente nos ensordece con las ahogadas risas de quienes juegan a las canicas con el mundo. 

La vergüenza que sobrevive hoy día bajo el manto real de la monarquía española resuena en nuestras cabezas obligándonos a reflexionar sobre nuestro futuro. Un futuro truncado y tosido de la boca del pasado más pestilente y que caerá con todo su plomizo peso sobre los hijos de los que hoy pisamos esta tierra, que ha olvidado el significado de las palabras que verdaderamente importan. Libertad, verdad, amor, palabras que hoy vienen envueltas con el lazo invisible de la esclavitud, la falacia y el odio. 

España no recuperará lo que hizo suyo, lo que consiguió tras duros esfuerzos y tristes derramamientos de vidas, no hasta que sea demasiado tarde para darse cuenta de sus cadenas. 

Cuando un pueblo duerme en el lecho de su ignorancia aclamada, otro despierta de su letargo de gentes silenciadas con pan y juegos de circo. Las manifestaciones continúan en la patria rusa abogando por una libertad que, saben, es una lucha en el más crudo campo de batalla. El pueblo pelea con palos y piedras mientras que el zar cuenta con la caballería y sus mejores lanzas. El hijo se ha rebelado contra el padre y aunque, el viejo, es el león más fuerte, la manada unida conseguirá tumbarlo. Sólo cabe esperar que no se marchen las cegadas leonas vendiendo su lealtad  por la envenenada promesa de carne de cebra. 

No todo se pierde por el camino, siempre volveremos a ver volar a las golondrinas. 

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